"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Pollo asado al limón y canela


Film & Food nos habla este mes de la película Hook y nos propone que saquemos al niño que llevamos dentro a través de nuestros recuerdos culinarios. Nos pide que preparemos aquel plato que nos volvía locos de pequeños y que contemos alguna anécdota de aquellos tiempos. ¡Uff! qué difícil. Puré de mantequilla, calamares en su tinta, canelones de atún, mojar las patatas en los huevos fritos........y el pollo asado.

Cuando yo era pequeña, el pollo asado era el rey en celebraciones familiares y días festivos. Los pollos entonces se criaban en los corrales de los pueblos, y los campesinos venían a venderlos a los mercados de la ciudad. Eran pollos hermosos que engordaban al ritmo que marcaba la naturaleza, y que asados tenían un gusto exquisito. 

A esos pollos no había que disfrazar su sabor con salsas complicadas, asados sin más estaban de rechupete y a mí me volvían loca. Si ibamos a comer a un restaurante yo siempre tenía claro lo que iba  a pedir. 


Cuando mis padres eligieron el menú para la comunión de mi hermana Carmen, aunque el cordero asado empezaba a desplazar al pollo en los eventos, mis padres se decidieron por este último por mí. Ya desde la mañana no me importó ayunar para poder acompañar en la comunión a mi hermana porque pensaba en el pollo.

En plan bocadillo entre mis padres
 A la salida de la iglesia, besos y abrazos familiares: "Elenita cuanto has crecido, como sigas así vamos a tener que subirnos a un escalón para darte un beso", "Diez añazos ya, ¡Quién lo diría!, ¡Cómo pasa el tiempo","Carmen, Elenita yo creo que está muy desarrollada para su edad ¿le has abierto ya los ojos?",  y un "bony" (bony, bucanero y tigreton eran los pastelitos más populares en la época) para aguantar hasta la hora de comer.
 
El restaurante elegido por mis padres estaba situado en la Dehesa de la Villa madrileña y se llamaba Toki Eder, nombre vasco que significa hermoso lugar, y realmente era un sitio muy agradable con un pequeño jardín y.......... una pared completamente de cristal.

Una pared compuesta por paneles de cristal de 1 metro de ancho en cuyo centro estaba la puerta de salida al jardín. Si, efectivamente, salí al jardín a decirle a mi padre que los camareros iban a empezar a servir la comida y lo hice por donde no debía. Urgentemente me trasladaron a la Clínica Puerta de Hierro, y allí, casi sin poder hablar, mientras me hacían las primeras curas de emergencia, le dije al cirujano ¿llegaré al pollo?, el asintió mientras me trasladaba al quirofano.
 
Cuarenta y dos puntos, tres días en la UCI y una semana en el hospital medio comiendo a base de cremas, pero el día que me dieron de alta en mi casa tenía pollo asado. ¡Y me supo a gloria!

El día que me dieron el alta no me fui al cole hasta después de comer y estuve jugando con mi hermana pequeña
 Y para intentar hacer un pollo lo más parecido a los de entonces, he utilizado lo siguiente:

Ingredientes:
 
4 cuartos traseros de pollo de corral, 2 cabezas de ajos de cultivo ecológico, canela,  1 limón de cultivo ecológico, sal


Salpimentamos los cuartos traseros de pollo y los espolvoreamos con canela. Con cuidado los vamos poniendo en una fuente de horno y vamos colocando por diferentes sitios los dientes de ajo sin pelar.



Cortamos los limones sin pelar en gajos y los distribuimos también por la fuente. Echamos un poquito de agua y metemos al horno a 200º durante 50'


El pollo se queda muy jugoso asándose en el propio jugo que suelta y fundiendo este con el zumo que sudan los limones.


Se sirve acompañado de los ajos que se han quedado asaditos dentro de su envoltura.


¡Ummm, mamá después de esta comida no quiero ir al cole!, je, je...


Bon Appétit

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